Mis mejillas abren paso a las lágrimas, como si por la costumbre intentaran facilitarles el camino o de haber pasado tantas veces hubieran dejado un surco, como el agua en el mármol con el paso del tiempo.
Tengo la mente nublada y el alma rota. Sigo sin entenderlo, sin entender no verte nunca más. Desubicada, desorientada.
Todos somos prescindibles para el funcionamiento de la vida, pero para alguien somos imprescindibles para su bienestar.
Los días siguen pasando, a pesar de todo. A pesar de que nunca había imaginado un día sin ti, desde el momento en que me diste la vida. Nunca había imaginado un día sin tu risa, sin tu cariño, ni un problema sin tu consuelo, sin tu ayuda o tu consejo.
Y ahora me veo frente a todo, sin ti.
Ojala pudiera abrazarte en este día y decirte te quiero.